Amberes, Iglesias y Turismo
Pastoral turística, Diócesis de Amberes (TOPA vzw)

Iglesia de San Carlos Borromeo

En breve

Queridos visitantes: bienvenidos a la nueva iglesia parro­quial de estilo barroco. A pesar de haber conocido muchas desgracias en el curso de los siglos, este templo ha quedado como un verdadero templo del arte. Es la iglesia de Rubens por excelencia: no solamente desarrolló aquí su talento de pintor, sino que también fue él el que concibió la escultu­ra decorativa. Por eso no hay que sorprenderse si la fama de esta iglesia sobrepasa de lejos las fronteras…

• Historia

Este ejemplar de la escuela de arquitectura fue construido durante los años 1615-1621, siguiendo las instrucciones de los jesuitas, orden particularmente pujante en esa época. Los planos de arquitectura fueron realizados por los mismos jesuitas; primero por el rector Francisco de Aguilón y después por el hermano Pedro Huyssens.

En 1773 se suprimió la orden de los jesuitas, por orden personal del papa, que accedió a las presiones ejercidas por pode­rosos laicos que por una u otra razón estaban molestos con estos eruditos y sabios de la orden. Los bienes que tenían en el mundo entero fueron incautados y vendidos públicamente. Algunos años más tarde, esta iglesia de Amberes recibió un nuevo uso utilizándose como local para la catequesis, bajo el patronazgo de S.Carlos Borromeo. El nombre de este santo, modelo de la enseñanza catequética, será el que quedará como titular de esta iglesia, cuando por el concordato de Napoleón en 1803, fue erigida como iglesia parroquial independiente. Durante el régimen holandés, el rey Willem (= Guillermo) quiso pasarla a los protestantes, proyecto que no tenía en cuenta la opinión de los católicos. Con toda diligencia la ferviente feligresía católica organizó una colecta de dinero que les permitió comprar de nuevo la iglesia.

• La plaza 

Es a los jesuitas que se debe por completo la concepción de esta simpática plaza delante de la iglesia. En un principio era aquí donde tenían su casa generalicia de la provincia flamenca. Alrededor de los años 1555 los jesuitas fueron paulatinamente ampliando su campo de acción pastoral en la ciudad, con un colegio de enseñanza media como actividad principal. Varias casas e incluso una pequeña calle desaparecen en 1614 para permitir la construcción de un nuevo complejo barroco. El hecho de que los nuevos edificios conventuales estén construidos alrededor de una plaza de carácter público demuestra que aquí se trata verdaderamente de una innovación en la concepción del catastro urbano de la edad media.

• La fachada (⇒ A) 

La impresionante fachada está inspirada directamente de la iglesia-madre en Roma, ‘el Gesú’, que fue construida 40 años antes. Como todo el edificio barroco, la fachada llama la atención de los transeúntes a causa de sus características, tales como:

  • la dimensión impresionante (la fachada es más alta que el edificio en sí);
  • el equilibrio entre el movimiento vertical y el horizontal;
  • la concepción dinámica con sus enormes volutas y el orden clásico de columnas y de los pilares (las columnas dóricas, más pesadas, se encuentran en la planta baja, las iónicas, más elegantes, en el primer piso, y las de estilo corintio en el segundo);
  • la decoración suntuosa atribuida particularmente a P.P. Rubens.

Así, la fachada refleja el sentimiento agudo de confianza en sí misma de la Iglesia Católica en la época de la Contra-Reforma. Aunque esta mentalidad ha quedado ya muy atrás, no obstante, nos gusta compartir los alegres acordes de los instrumentos de música representa­dos en la parte baja de la fachada.

En 1621 esta iglesia fue dedicada a S. Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, en esa época todavía beato. Es por esta razón por la que en esos momentos se escoge a Nuestra Señora como verdadera patrona. Esto explica porqué el busto coronado de laureles del “beato Padre Ignacio” predomina sobre la fachada y que el conjunto de la fachada esté coronado por un frontón en el que está sentada la Madona con el Niño, obra de Hans van Mildert. Cuando un año más tarde el fundador de la orden fue canonizado, la iglesia era conocida corrientemente por el nombre de “San Ignacio”. La canonización de S. Ignacio y del gran misionero jesuita S. Francisco Javier se celebró entonces con gran esplendor de procesiones, representaciones teatrales, y decoraciones en las calles. En el centro de la fachada, la orden de jesuitas pone su emblema ‘IHS’ por el que expresan su consagración a Jesús; según la versión latina serían las iniciales de ‘Jesús Salvador de los hombres’.

• Generalidades sobre el interior (⇒ B) 

El interior de la iglesia tiene mucho parecido con las salas de fiestas de estilo barroco, y esa era su intención. En efecto, se quiere dar la impresión de acercar el cielo a la tierra; o para expresarlo mejor, dar a los fieles un avance de las alegrías celestes en la morada eterna del Padre. Se derrocharon grandes cantidades de dinero para su decoración; no sin razón la iglesia de los jesuitas era denominada “templo de mármol”. Incluso Roma les reprochó tanto gasto desmesurado y les aconsejó moderación y sentido de la responsabilidad. Eso podría explicar la relativa sobriedad de la capilla lateral de S. Ignacio con relación al conjunto, ya que fue decorada en último lugar. Las numerosas reproducciones del interior que datan del S.XVII demuestran claramente que esta iglesia era realmente suntuosa.

El 18 de julio de 1718 quedará en la historia de esta iglesia como un día funesto para ella. Un rayo cayó e hizo grandes desastres. Más de 39 cuadros de Rubens se esfumaron entre las llamas, y también una abundante riqueza de diferentes clases de mármoles. La recon­struc­ción de la basílica se le confió a Jan Pieter Van Baurscheit, el mayor, y tres años después la iglesia pudo abrir de nuevo sus puertas. Una nueva restauración más completa tuvo lugar en los años 1980. Con ese motivo se intentó reproducir el interior tal como era en sus orígenes, antes de 1718, especialmente en lo que concierne a la imitación de sus mármoles.

• El altar principal (⇒ C) 

La característica de las iglesias de los jesuitas es la de llamar la atención del visitante, ya desde la entrada, sobre el altar central, el cual está concebido como un grandioso decorado de teatro expuesto a la vista de todos. Con el fin de asegurar de la mejor manera posible esa idea de hacer del altar un centro de atracción visual, el altar mayor dispone de un dispositivo para poder reemplazar su enorme cuadro. Detrás del altar, en un lugar reservado para ello, hay cuatro pinturas. Según la idea central del año litúrgico, gracias a un sistema de poleas, se ponía la pintura correspondiente, y así el tema central de la liturgia de la misa quedaba visualizado en la pintura. Tengamos en cuenta que el arte barroco tiene como objetivo hacer entrar al espectador en la representación, a fin de que se sienta más estrechamente unido a Cristo o a los santos. Por eso el punto de partida del método de meditación según S. Ignacio es la represen­ta­ción concreta de un episodio bíblico. Esa es la razón por la que los ojos, la vista, tienen una importancia capital en la comprensión de una iglesia barroca. Era ese enfoque el que se les pedía a los grandes maestros de la pintura y por lo que se les pagaba. Dos de los cuatro cuadros, ‘S. Ignacio’ y ‘S. Francisco Javier’, represen­tados haciendo milagros, pertenecen al propio Rubens. Los austriacos se los llevaron a Viena. Los otros dos cuadros se pueden admirar toda­vía: ‘La elevación de la Cruz’ de Gerard Zegers

‘La coronación de María’ de Cornelio Schut. Posteriormente se añadió el cuadro de G. Wappers (fin S. XIX): ‘La Virgen del Carmen’.

Que en esta iglesia no se hayan previsto sillas de coro, y por consiguiente un largo coro, como en las iglesias conventuales, se debe a la concepción propia de los jesuitas: para ser más eficaces en su apostolado, cada jesuita reza el breviario individualmente.

• La nave 

Sobre el enmaderado de las naves laterales, entre los confesionarios, algunos episodios de la atormentada vida de Ignacio ( D) y de Francisco Javier ( E) en una veintena de medallones: obra de Miguel Van der Voort, el viejo, y de Juan Pedro Van Baurscheit el viejo (posterior a 1718).

Este último es igualmente el autor del púlpito monumental ( F) en la que el elemento principal es la alegoría de la Iglesia triunfante que pisa los monstruos de la mentira y la ignorancia, y también las máscaras (!) de la hipocresía.

• La capilla de María (⇒ G) 

La representación en la capilla de María, excepcional­mente rica, es todavía más espectacular. Esta realización fue posible gracias a las tres hermanas Houtappel de Ranst que vivían como ‘hijas espirituales’, según la espiritualidad de los jesuitas; fueron ellas las patrocinadoras de esta capilla. El arte de la pintura de Rubens se funde en una unidad temática con la escultura en mármol del taller de Colijns de Nole. María, acogida gloriosamente en el cielo, es al mismo tiempo coronada por el brazo poderoso de Dios Padre, que en su origen le ponía una corona dorada. Esta fantástica capilla es el lugar ideal en Amberes para dejarse atrapar por la seducción atenazadora del arte barroco. Aquí el barroco nos sonríe con las caprichosas líneas de los tableros en mármol; las pequeñas escenas de la vida de María pintadas sobre el mármol del altar hecho por Hendrik van Balen, el mayor; el banco de comunión siempre fiel a la naturaleza con flores, espigas de maíz y granos de uva (símbolo del pan y del vino en la eucaristía). El techo, en estuco de ornamento, concebido por Rubens con los títulos honoríficos propios de Nuestra Señora; las consolas y los relieves con sus máscaras, pudiendo estar estilizadas o no. En efecto, uno se marcha de aquí con el corazón lleno de gozo, y lo contrario sería señal de que se tiene un corazón verdaderamente insensible para el arte…

• La capilla de S. Ignacio (⇒ H) 

Esta capilla es más sobria. Mencionemos sin embargo el banco de comunión en mármol blanco particularmente bello; el material está tan perfectamente trabajado con fidelidad a la naturaleza que casi olvida uno de que es un mármol esculpido.

• Música 

Además del gozo que uno siente al ver todo esto, también aquí se experimenta el gozo del oído. Cada domingo a las 11’30 h. en ‘la misa de los artistas’, lo pueden constatar al oír sus voces e instrumentos. Esta bella tradición empezada por Benoit Roose, se mantiene desde 1943, gracias al interés que se le demuestra en todo Amberes.

• Habitación de encajes 

La extraordinariamente rica colección de encajes en el museo de la iglesia, es mejor visitarla pidiendo previamente una cita.

• La torre (⇒ I) 

A título de despedida no olvidemos saludar la maravillosa torre de St.-Katelijnevest. Fiel a su carácter simbólico, y precisamente cerca del altar mayor, es una perla del barroco, con una altura de 58 m. y que nos guía hacia Dios, en el que todo arte barroco encuentra su verdadera inspiración…

QUE ESTA MAGNIFICA ‘CASA DE DIOS’

PUEDA TAMBIÉN HACEROS SENTIR

VUESTRA ALEGRÍA DE VIVIR. . .

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